Descripción
Immanuel Wallerstein asume compromisos fuertes. Su consigna y propuesta se resume en dos objetivos ciertamente convocantes y para nosotros, además, necesarios: abrir e impensar las Ciencias Sociales. Asumimos en clave hermenéutica que, aceptada la innegable realidad del cambio social y su carácter histórico, la atención teórica no debe desatender lo que ocurre en al menos tres planos: las revoluciones científicas, las revoluciones sociales y la institucionalización de las ciencias, y este es el gran aporte de Wallerstein, asume los tres. De allí, la recurrencia a la Epistemología y la Ontología de lo social. El “abrir” es la consideración de las revoluciones científicas en el ámbito de las ciencias naturales, especialmente de la Termodinámica y la Biología, la ruptura con el ideal newtoniano de ciencia; el “impensar” lo vinculamos a las “revoluciones sociales”, Revolución Francesa, Industrial, y la Revolución de 1968.
Sin embargo, nos permitimos señalar que en atención a tales consignas es necesario apelar a un concepto de “Epistemología Ampliada”, que asume desde sus orígenes griegos y modernos, especialmente Kant y sus giros post-empiristas: social (Kuhn), naturalista (Quine) y dialéctico (Hegel-Samaja). En el plano ontológico, también nos permitimos señalar un “olvido”, la Revolución (académica-institucional) que supuso la recepción del Derecho Romano y la constitución de la dogmática del Derecho Romano-Canónico, su arsenal conceptual imprescindible para comprender la economía-mundo capitalista. De allí nuestro pretendido aporte acerca de la política y el derecho en tiempos donde la crisis de la hegemonía estadounidense en el sistema histórico plantea una gobernanza mundial con una agenda (soberanía alimentaria, energética, acceso al agua dulce, la propiedad intelectual y las patentes) frente al capitalismo agresivo, el derecho y la política pueden tener una respuesta.
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