“El maestro asador”, de Antonio Tello, un poderoso instrumento de evocación

Carlos Schilling escribe para el suplemento Número Cero, una reseña de la última novela de Antonio Tello, “El maestro Asador”, coedición de EDUVIM y UniRío editora.

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La novela del escritor riocuartense es un viaje al pasado a través de la ceremonia de una reunión alrededor de una parrilla.

Desde antes incluso de que Miguel de Cervantes la transformara en el género literario más ambicioso de la modernidad, la novela ha servido para muchos fines y se ha desarrollado en múltiples direcciones. Pese a los reiterados anuncios fúnebres, emitidos incluso por los propios interesados, aún sigue viva, y sólo de espaldas a las miles de novelas que se publican cada año podría afirmarse que se trata de una vida espectral.

En El maestro asador, Antonio Tello demuestra qué poderoso instrumento de evocación puede ser la novela para contar la propia vida (o una parte de ella, como en este caso) y para celebrar a la vez la memoria de los antepasados, recuperando de ellos los gestos y las palabras que los definieron. Apenas disimulado detrás de un personaje recurrente de sus ficciones, Manuel T (ya presente en su primer libro de cuentos, El día en que el pueblo reventó de angustia), el autor emprende un largo viaje hacia su infancia, su adolescencia y su juventud a partir de una experiencia crucial: hacer por primera vez un asado para varias personas en una reunión donde se juntan parientes y amigos de su padre, una figura entrañable que condensa en su personalidad una idea de hombre íntegro, extraviada hace décadas en los pliegues de la historia nacional.

El asado (ese primer estado civilizado de la carne) es tan importante en la cultura argentina que puede parecer una imprudencia ubicarlo en el centro de una narración. Es lo contrario de un tabú: está en boca de todos. De hecho, produce comunidad. Si hasta resulta difícil imaginar a un individuo que pone carne a la parrilla para comer solo. Familia, amigos, banquetes, fiestas populares son las ocasiones del asado, su vocación colectiva.

“Un asado no es únicamente la carne que se come, sino también el lugar donde se la come, la ocasión, la ceremonia. Además de ser un rito de evocación del pasado, es una promesa de reencuentro y de comunión. Como reminiscencia del pasado patriarcal de la llanura, es un alimento cargado de connotaciones rurales y viriles, y en general son hombres los que lo preparan”. Esa frase de Juan José Saer de El río sin orillas señala algunos elementos esenciales de El maestro asador.

El patriarcado, la virilidad, la ruralidad están presentes en el libro y son una parte fundamental de su textura, pero no es el culto a las tradiciones lo que se impone en sus páginas sino la rememoración de personas, lugares y anécdotas que conforman un mundo y un tiempo (el interior de las provincia de Córdoba y de San Luis en las décadas de 1940, 1950 y 1960) que retornan desde el olvido gracias a la prosa a la vez precisa y poética de Antonio Tello. Desde ese eje narrativo que es la ceremonia del asado, el relato va extendiendo sus tentáculos en diversas direcciones y en esas idas y vueltas compone una inolvidable novela de aprendizaje.